Shamima Shaikh y La Locura de la Igualdad Publicado por Vanessa Rivera de la Fuenteel agosto 21, 2020 En el mes de la mujer sudafricana, destacamos la contribución de las mujeres que muestran un compromiso incondicional con el avance de sus comunidades. Esta semana conocemos a Shamima Shaikh, una mujer que se definia a si misma como "una dueña de casa" y fue una feminista adelantada a su tiempo, cuyo nombre ha quedado relegado en la historia de la lucha anti apartheid de Sudáfrica El nombre de Shamima Shaikh es desconocido en este lado del mundo, acostumbrado a relacionar Sudáfrica y las luchas sociales de ese país con Nelson Mandela. La figura de Shamima ha sido cubierta por el velo del segundo plano que la historia reserva a las mujeres, e incluso en su país de origen, pocos saben que fue una de las más activas defensoras de los derechos de la mujeres y una aliada pionera de la lucha contra el apartheid. Periodista, productora de radio, creadora de movimientos, abre caminos, activista sin miedo y sobre todo, como ella misma se definía: "Una dueña de casa". En junio de 1998 Shamima perdía la batalla contra el cáncer de mama; una batalla que, como todas las que encontró en su vida, peleó con todas sus fuerzas hasta el final. Había nacido el 14 de septiembre de 1960 en la actual Provincia de Limpopo, Sudáfrica. fue la segunda de seis hermanos. Shaikh estudió en la Universidad de Durban-Westville, que en ese tiempo estaba reservada, en virtud de las leyes del apartheid de Sudáfrica, para los estudiantes de ascendencia india. Se licenció en Artes con especialización en Árabe y Psicología. Ella fue una activista que hizo su camino desde y por la base social. Durante esos politizados años, se involucró en la Organización Popular Azanian (AZAPO) que denunciaba el racismo y la opresión en los ambientes universitarios. El 4 de septiembre de 1985, fue detenida por distribuir panfletos que llamaban al boicot de las empresas que eran propiedad de los blancos en la ciudad de Durban. El boicot había sido organizado por la Federación de Sindicatos de Sudáfrica (FSS). Shaikh pasó las siguientes horas encerrada en la comisaría con el presidente de la MSA, Na’eem Jeenah. Esta fue la primera vez que se vieron. Se casarían 2 años más tarde. Durante la década de los 90, Shamima Shaikh se involucra apasionadamente en distintas acciones contra el apartheid político. En 1993 Shaikh fue elegida Presidenta Regional para el Transvaal del Movimiento de Jóvenes y miembro de su nivel ejecutivo nacional, siendo la segunda mujer en ocupar esa posición. El indómito espíritu de Shamima no pasó desapercibido para el patriarcado de su tiempo. Cómo toda mujer rebelde y desafiante, Shamima fue objeto del escarnio y la patologización de su resistencia feminista por parte de una hegemonía para la cual, el silencio y la aceptación son aún la norma deseable para las “Buenas y Maravillosas Mujeres”. Así es, debido a su apasionado compromiso con las causas que transitaba, la gente comenzó a llamarla "La Loca Shaikh". Y le hicieron la vida imposible. Hubo quienes llegaron a reclamarle a su marido por no "controlar" a su mujer. Hubo quienes celebraron que tuviese cáncer, el castigo merecido por alterar "el orden de las cosas". "Está loca" decían aquellos que piensan que la lucha por la igualdad de las mujeres y la justicia social es una locura. Su esposo respondió a las quejas con estas palabras: "Si ella está loca, que Dios nos permita ser así de locos, aunque sea sólo un poco locos" La "Loca Shaikh" fue una pionera de su tiempo en materia de activismo y encontramos en su quehacer, mucho de lo que hoy teorizamos con conceptos que ella no conoció. Habló de las opresiones múltiples de las mujeres y la influencia de la raza en profundizar esa opresión, lo que hoy llamamos Interseccionalidad. Se unió en Sororidad al movimiento de hombres y mujeres negras contra el Apartheid, siendo ella de un origen social y étnico diferente y, por lo tanto, con un status distinto en el sistema. Desde la radio comunitaria que fundó, en plenos años ochenta, fomentó la participación de las mujeres en medios de comunicación y se dio el espacio para problematizar la prostitución y el aborto desde una perspectiva de género. Promovió la justa distribución de las cargas domésticas y familiares, lo que hoy llamamos Corresponsabilidad. Shamima fue una mujer que se sintió sudafricana y universal en un tiempo en que la raza definia el valor de las personas. Fundó una radio comunitaria y un periódico cuando nadie esperaba que las voces de las mujeres se alzaran en la esfera pública. Llevó su locura a un punto virtuoso, desafiando a quienes pensaban que colgarle esa etiqueta la avergonzaría. Fue una dueña de casa que hizo de lo personal algo fuertemente político. Fue una madre que heredó a sus hijos la semilla del compromiso social. Shamina Shakih fue la clase de feminista que no acomoda el tono de su voz al oído de los opresores, no se detiene ante los obstáculos y no negocia sus convicciones. Una joya rara en ese tiempo y todavía hoy, cuando la palabra, los sentimientos y hasta los activismos, parecen liquidos. Lamentablemente, el peso de la historia, que generalmente se inclina hacia las voces, figuras, representaciones y hazañas masculinas, ha dejado el legado de Shamima en segundo plano. Si bien, cada año, desde su fallecimiento, sus amigas y cercanos se juntan en el día de su cumpleaños para recordarla, no fue sino hasta el 2019 que se publicó una antología que recuerda su persona, sus luchas y sus ideas. El trabajo de recopilación fue arduo ya que la mayoría de las fuentes eran testimoniales y hay pocos recursos documentales disponibles. Su mejor foto, en términos de calidad gráfica, es la del día de su boda, que hace la portada del libro de conmemora su vida. En ella nos mira con serena complicidad. Su mirada es fresca, cálida, reposada y eterna. Su alma descansa con la paz de la labor cumplida. Que su nombre permanezca en nuestra memoria y su vida se haga luz en la historia. Que su espíritu indomable nos inspire a ser mujeres a quienes ninguna estructura podrá someter, porque somos terremoto; mujeres a quienes una hoguera no puede quemar, porque somos el fuego; mujeres a quienes el opresor no puede callar, porque somos el trueno, suficientemente locas, alegre y orgullosamente locas para reclamar la parte del cielo que nos pertenece, aquí y ahora.